¿Dudas sobre si ir o no al psicólogo? Miedos y prejuicios RAZONABLES sobre cómo funciona la terapia:

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Me han preguntado muchas veces cómo saber si ir o no a terapia. A veces se duda sobre si lo que uno está viviendo es “lo suficientemente grave” como para pedir ayuda. Otras, existen dudas, prejuicios y miedos bastante razonables. He pensado en hablar abiertamente de los prejuicios más habituales que yo me he encontrado sobre cómo funciona la psicoterapia por si ayuda a clarificar.  

1.Los psicólogos todo lo ven grave y asustándote te tendrán en terapia para siempre:

“Claro, los psicólogos ven problemas en todo. Si grito a mi hijo, le estoy traumatizando para siempre y no tendrá un apego seguro. Si no tengo suerte en las relaciones de pareja es que tengo un trauma con mi padre que necesita de muchos años de terapia para ser solucionado. Si tengo una mala época, estoy deprimido. Si no tengo ganas de hacer mucho y estoy encantado quedándome en casa viendo la tele o durmiendo, soy antisocial”.

Todos tenemos malas rachas, problemas personales y momentos de lucha. Qué peligroso es patologizar demasiado los vaivenes de la vida poniéndole un nombre de trastorno a todo. También es bastante peligroso no saber cuándo pedir ayuda y prevenir desenlaces que podrían haberse evitado. Pero, de acuerdo, entiendo este miedo y la percepción de que los psicólogos y otros profesionales de la ayuda corremos el peligro de dar mensajes que pueden parecer algo manipuladores, como si buscaran hacernos imprescindibles para el bienestar de otros.   

El miedo puede ser que el psicólogo (con o sin intención) patologice y en cierto modo exagere lo que te pasa, transmitiendo la idea de que sin lo que ellos ofrecen no podrás vivir.

@anaaizpunmarcitllach

Diré algo incómodo: Creo que esto puede haber pasado y pase en nuestra profesión. Como en todas las profesiones, hay prácticas más y menos honestas. Más y menos profesionales y sobre todo más y menos claras. Pero esta manera de trabajar no es mayoritaria ni mucho menos y los psicólogos estamos comprometidos con la ética de nuestro trabajo.

Si temes esto, sé claro con tus objetivos en terapia, habla explícitamente sobre cómo sientes o no que va tu progreso, obtén referencias del psicólogo/a al que vayas a consultar, etc. Si notas algo raro, algo que no te encaja, infórmate sobre las buenas prácticas en terapia o consulta con el Colegio Oficial de la Psicología de tu ciudad.

2. No creo mucho en la psicología.

“A no ser que estés “muy mal” o te haya pasado algo gravísimo, los amigos y la gente que te quieren son suficientes”.

Esto ya es más importante de clarificar, porque no es verdad. Te pongo un ejemplo que clarifique. Los psicólogos ignoramos hasta cierto punto el contenido. Ignoramos la letra de la canción y escuchamos la música.

Imaginaros que Marta, una mujer de 35 años acaba de romper con su enésimo novio de mes y medio.

Marta trabaja 15 horas al día, es muy exitosa en su trabajo y tiene (en su poco tiempo libre) una vida social razonablemente satisfactoria. Sin embargo, en las relaciones parece no irle bien. Tiene mucho éxito con los hombres, pero nunca mantiene una relación más de 2 o 3 meses. El ciclo suele ser siempre el mismo:

Conoce a Pablo (por ponerle nombre) y la relación empieza gracias a que él muestra un interés claro. Todo va bien hasta que un día, ocurre algo que cortocircuita a Marta.  

Pablo recibe un mensaje de Marta mientras está preparándose para hacer deporte. Lo lee y decide contestar cuando vuelva de hacer deporte tranquilamente. Contesta 4 horas después. Marta se enfada y asume que evidentemente Pablo está mostrando señales de no estar tan interesado en ella. Marta entonces empieza un juego de estrategias en el que ella “coge el mando” y empieza a medir cada una de sus palabras, tarda en contestar a las llamadas y mensajes de Pablo y, finalmente, corta la relación con cualquier excusa. Otro desenlace posible es que debido a todo este juego de ver quién está menos involucrado emocionalmente para no perder cota de poder termine por hacer que sea Pablo quien pierda interés. El resultado final es el mismo.

  • Una amiga le podrá decir: “Marta, qué exigente eres, es que así es imposible”.
  • Otra le podrá decir: “Di que sí, no te pegaba nada, mejor búscate otro que sea más maduro. Él se lo pierde. Además, esto no es la edad media, no necesitamos a un chico para ser felices”.
  • Su amigo le podrá decir: “No te preocupes, con lo guapa, lista y divertida que eres seguro que la próxima vez irá fenomenal”.
  • Su madre le dirá: “Hija, no puedes ser así, tienes que entender que los hombres y las mujeres funcionamos diferente y él ni lo habrá pensado. Tienes que aprender a no tomarte todo tan a pecho”.

Todos estos consejos son bienintencionados…pero es muy difícil que Marta pueda entender qué le pasa, por qué le pasa y sobre todo que pueda salir de un círculo vicioso que acaba por boicotear sus relaciones románticas.

Los psicólogos tienen otra manera de escuchar la historia y desde luego otra manera de hablar acerca de lo que ha pasado con Pablo. Ignorarán el contenido del mensaje de Pablo, si fueron 3 o 4 horas de espera o si el proyecto actual del trabajo de Marta le ha hecho distraerse de la relación. Un psicólogo le ayudará a Marta a identificar y entender los patrones defensivos con los que funciona para que pueda tomar decisiones que le lleven a poder establecer relaciones de intimidad satisfactorias.

3. Ir al psicólogo es muy caro:

“Es imposible asumir ese coste. Me encantaría, pero no puedo”.

Ir al psicólogo puede suponer una inversión importante de dinero. Aunque hay opciones para tener ayuda psicológica gratuitas o muy económicas, éstas no son muy públicas o fáciles de encontrar. Hay cierta cobertura en la sanidad pública, aunque desgraciadamente ésta no es suficiente. Si la elección es una terapia privada, sin duda uno hace un compromiso de inversión económica importante.

A veces escucho a personas dudar o directamente negarse la posibilidad de ir a terapia por lo caro que es, aunque sufren, se sienten bloqueadas o angustiadas desde hace mucho tiempo. Muy frecuentemente, estas personas gastan mucho dinero (mucho) en otras formas de auto-medicarse: grandes cantidades de alcohol que normalizan, comida y/o dietas milagro, tabaco, drogas, ropa y ocio compulsivo como maneras de hacer sus vidas algo más llevaderas.

Siempre hay opciones, aunque no sean las ideales. Siempre. Hay centros de psicoterapia adscritos a universidades que ofrecen terapia de mucha calidad a precio reducido. Hay psicólogos privados (como yo misma) que ofrecen un número concreto de horas a la semana por una tarifa más reducida o incluso gratis. Hay centros, programas de apoyo a colectivos específicos, etc. Hay personas en nuestro entorno que si hablamos con franqueza nos ayudarán a invertir en nuestra salud emocional.

Pero el problema es que cuando alguien no está bien, a veces no puede ver las diferentes opciones que hay. Si además ir a terapia se estigmatiza o es un tabú, quienes sí podrían ver con claridad, no ayudan. Por eso, a ver si es verdad que empezamos a normalizar lo que es ir al psicólogo, qué vías hay para recibir ayuda, no esperar hasta que la desesperación total llegue. Si estás leyendo esto y no sabes hacia donde tirar, escríbeme y te intentaré ayudar a encontrar alguna buena posibilidad.

Dejando el miedo del punto 1: No patologizar lo que es parte de la vida, invertir en la propia salud psicológica y emocional es la mejor inversión posible, puesto que junto con la salud física es el pilar de todo lo demás.

Si quieres recibir más artículos como este o sugerir algún tema que te preocupe especialmente, suscríbete a la Newsletter y cuéntamelo.

Un abrazo,

Ana

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